cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.

*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.

lunes, 9 de julio de 2012

señales

...
...

Mi estimada, (¿quedarían mejor dos puntos?)

...
...

Otra hoja arrugada que acaba en el tacho de basura.
Más que el tiempo poco a poco se terminaba la paciencia y faltaba la inspiración, y esto último hace un buen rato que no pasaba. Desesperante. También se terminaba el block de papel de lujo.

Miró hacia la ventana parcialmente abierta, por donde entraba una corriente de aire frio que a Juan le gustaba sentir.
La luna llena muy baja, brillante y amarillenta parecía una señal.

-Una señal! eso es! pensó Juan iluminado.

Estimada Lucía Antonia Sofía:
La luna...

Y así empezó la larga carta donde le contaba todas las señales que le indicaban las razones por las que debian estar juntos, por todas las veces que salieron y que le indicaban a Juan el porqué y el para qué él y Lucia debian estar juntos.

¡Que orgullo! Papel de lujo, tres hojas completas a triple parrafo de su completa inspiración. Si con eso no la conquistaba, nada lo haria.

Lucía también vio las señales.
¡Nunca dar su nombre completo otra vez! Que horror, y en papel de lujo, caligrafía clásica, con sus tres, ¡si! tres nombres en la solapa! Y escritas a mano. Punto a favor para Juan por es esfuerzo.

Y habian otras señales, si. Muchas otras. La espera que se sentía en la panza. Las risas, y sobre todo... sobre todo las miradas.

Pero no era Juan quien mandaba las señales.
Era el tonto ese que ni siquiera parecia darse cuenta que las enviaba.
¿Y las recibía?
Señales simples, señales sutiles, señales directas. Gritos desesperados. Bueno, no desesperados. Esperanzadores digamos. ¡Solo faltaba escribirselas en la frente!
Y es que como todo buen gil que se respete, Sebas, (Bastian para sus amigos) tambien enviaba sus propias señales: las risas, el tiempo, la espera, y si, sobre todo las miradas. Aunque para él no eran señales, eran risas, tiempo, miradas.
Una y otra vez, risas, tiempo, miradas. No siempre en ese orden. Si, para Sebas no eran señales. Eran realidades.

Por eso, en aquella noche de luna llena en que la amarilla y brillante esfera en el horizonte del estrellado cielo, le recordó los ojos de Lucía -Por lo brillantes, obvio - Sebas siguó las señales, señales adecuadas que siempre acababan llevandole hacia Ella:

TAXI.
CALLE 0-16.
PARE.
TIMBRE.

-Hola.
(mirada)
- ¡Hola!
(sonrisa)
(sonrisa)
(Rubor)
Miradas.

Si, Señales...



2 comentarios:

Aaron Jesus dijo...

Sencillamente, encantador. Te fijaste en algo muy real.

colexionador dijo...

Gracias! bastante real puede ser...