cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.

*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.

lunes, 21 de diciembre de 2009

cadena de virus*

*-ejercicio-

Siempre habían llegado esas cadenas de virus, que supuestamente son de última generación, que te borran la información, destruyen tu equipo, copian tus números de tarjetas de crédito, matan a tu gato, etc.
Y ya en la práctica lo único que buscaban era sembrar el miedo.
Este fue diferente, ni siquiera fue anunciado por una cadena.
El ejecutivo que encendía su "laptop", miraba una calaverita danzando frente a su pantalla, y luego nada, ya no funcionaba el teclado ni ninguno de sus dispositivos, aunque podía ver que el virus controlaba su computadora, y este ejecutivo miraba atónito como el virus revisaba su correo electrónico ,contestaba sus e-mails, hasta actualizaba sus hojas de cálculo!
Igual pasaba con el joven aficionado a los juegos, que veía como el virus, si, la misma calaverita en su pantalla, jugaba sus juegos, y con mayor pericia que él mismo, que se había pasado horas cada día, ahí sentado hasta mejorar su técnica.
El diseñador veía superada su técnica; la secretaria optimizada su mecanografía, y esta ves no necesitaa usar el corrector ortográfico. Todos, incluso en los blogs veian como el hasta hace poco desconocido virus, actualizaba sus entradas, y con mejores ideas y escritos que los mismos autores.
Pero esto no podía seguir más. Ningún antivirus funcionaba, ya que no fue posible acceder a controlar ningun computador, ni siquiera para apagarlo.
Si se desconectaba al equipo de la corriente eléctrica -con lo que el virus moría-, al poco tiempo, por un mail o cualquier conección a red, el virus regresaba.
La única solución que encontraron los expertos norteamericanos, era apagar todas, absolutamente todas las máquinas, ordenadores y similares, al mismo tiempo.
Se llegó a un concenso, entre todos lideres mundiales (vía telefónica y escrita, como en los viejos tiempos) y empezó la tarea. Como fichas de dominó se fueron apagando todas, absolutamente todas las máquinas computarizadas del mundo.

En un pequeño país considerado tercermundista, un trasnochado aficionado a los juegos de computadora, miraba extasiado como su ni
nueva mascota, la calaverita del ordenador iba superando cada una de las etapas de su nuevo juego de aventuras recien adquirido.
Como un defensor de la vida en todas sus manifestaciones, había decidido no "apagar" su ordenador y mantener con vida a su nuevo amigo, - nadie tendría por que saberlo-.
Estaba contento y tan concentrado en la manera de jugar de su virus amigo, que ni siquiera se fijó en los horarios de la nueva restricción energética, que dejaría sin energía a su sector a las doce en punto.
Cuando dieron las doce en su antiguo reloj de cuerda, la pantalla del ordenador se apagó, dejandolo en compañia de su reflejo que estupefacto lo miraba desde la negra pantalla.
Eso fue todo.
Por lo menos por mucho tiempo.