24 de diciembre.
Salí temprano en la fría mañana con la firme idea en la mente. Conseguir un adecuado árbol de navidad. Lo tenía dibujado en mi mente. Verde claro brillante, tamaño unos 2 metros. Forma cónica. Soporte suficiente para todos mis adornos.
Me dirigí hacia la montaña que conocía tan bien. Llevaba una mochila liviana y muchas ganas de caminar y lograr mi objetivo.
caminé mucho y bastante lejos. Llegaban ya las 3 de la tarde, y 3 descansos a cuestas, dos para beber agua y uno para almorzar.
Buscaba en todos los lugares del bosque que tan bien conocía, y ese brote de abeto no aparecía, por lo menos de la forma y tamaño que buscaba. Será que los árboles introducidos, no se adaptan siempre a las ideas de mi cabeza?
Ya un poco cansado y con el primer pensamiento de desistir cruzándome, lo vi al filo de un desfiladero.
Un poco más pequeño de lo que imaginaba, pero a estas alturas ya no importaba. Un verde brillante, un poco desgarbado, que bien visto, era hasta raquítico.
Me senté a contemplarlo unos minutos antes de empezar la tarea.
Luego del pequeño descanso inicié con lo que vine a hacer, limpiar un poco las hojas y agujas de alrededor del tronco, y empezar a adornar.
En la parte baja lo llené de todos los insultos que recibí de los extraños, más arriba, las peleas con el jefe y los compañeros de trabajo.
El tercer nivel, donde empezaban a brotar unas pequeñas piñas, lo decoré con los rencores familiares de todo el año.
El último nivel, merecía todas las criticas e incumplimientos que me había hecho a mi mismo, y dejé la punta, que para un árbol tan pequeño era bastante robusta, con todas las peleas y discusiones que tuve con mi pareja. Algunas fueron tan fuertes que brillaban como una estrella.
Para ese momento, creo que había repasado todas las cosas desagradables que tuve en el año, y el sol empezaba a enrojecer al fondo de la cañada.
Con los ojos cerrados, sentado como un practicante de yoga, y con los músculos bastante adoloridos, podía distinguir todos los fracasos y cosas malas, que adornaban mi árbol.
Cuando abrí los ojos y volví a ver ese raquítico y feliz árbol que irradiaba su verde brillante, supe que estaba listo para volver a casa, para llenarme de las cosa buenas y agradables que había conseguido, junto a mi pequeña familia, en una cálida alfombra, y a kilómetros de distancia de los árboles cortados que normalmente adornan las navidades de otras vidas.
cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.
*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.
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lunes, 22 de diciembre de 2008
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