Ahí estaba parado, bajo la lluvia, empapado.
Seguía quieto, mojándome, y escuchando la lluvia, como quien oye llover.
Triste y solo, me daba cuenta que absolutamente todos los movimientos y acciones que había realizado en mi vida me habían llevado exactamente a ese lugar, frío, solo y mojado, ese oscuro callejón donde estaba ahora, parado bajo la lluvia.
Analizando toda mi vida me daba cuenta que la culpa de todo la tenía el juego. No el juego como tal por supuesto, sino mi afición al juego. Creía que era algo genético, posiblemente heredado de mi padre, pero al no conocerlo, no era algo que pueda afirmar, más me servía como auto-consuelo privado.
Mi madre no jugaba mucho, por lo menos hasta donde puedo recordar.
Desde que tengo memoria, recuerdo, me encantaba el juego, no lo podía evitar, parecía algo instintivo. Ahora me arrepiento de todo eso, creo que estaba en mis manos cambiarlo antes de que me afecte directamente y me deje exactamente donde estoy ahora... parado bajo la lluvia.
Había intentado dejarlo, y haciendo un análisis en retrospectiva, creo que parte de la culpa la tiene ese maldito niño... Si no me hubiera lanzado la pelota en aquel momento, no hubiera corrido a atraparla y morderla como hice, y no me hubieran botado de casa, y no estuviera en el frío y oscuro callejón, parado... bajo la lluvia.
Como un perro.
cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.
*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.
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miércoles, 23 de abril de 2008
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1 comentario:
Oh... no me lo esperaba... el final lo vuelve tierno... y triste a la vez. Me gusta.
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