- ejercicio -
Sentado sobre las piernas cruzadas en posición de meditación. Miraba hacia donde el sol lanzaba sus últimos rayos. Tal como lo había venido haciendo en las últimas semanas, el anciano se disponía a levantarse antes que el último rayo de sol desapareciera.
Esta vez, algo indefinido le impulsó a quedarse un momento más. A medida que el cielo oscurecia, se iba sintiendo un frio viento. El frío le activó los recuerdos de la época vivida al norte, muy al norte, donde unas pocas semanas al año nada más se podía esperar al sol, que aunque no calentara como el que estaba desapareciendo ahora, por lo menos iluminaba el corazón.
Recordaba todo el ambiente gélido y cubierto de nieve. Recordó como la falta de ese cálido rayo que ahora llegaba casi imperceptible por la mañana era suficiente para reactivar la vida de todo el sector, y como a la tarde, el frío lo volvía a invadir todo.
Ahora, ya envuelto en una oscuridad completa, sentia que el frío aire se apoderaba de todo, y se dio cuenta de la importancia de la luz y calor emanados por su sol, que llegaría mañana a dar vida como siempre.
Ese algo que le hizo esperar hasta el anochecer aún se mantenía ahí. Esa fuerza inexplicable lo mantuvo sentado sobre sus piernas en posición de meditación, mientras el frio le entumecía las extremidades.
Se quedaría sentado ahí afuera - decidió- hasta que la inmensa bola de fuego volviera a salir, y solo así entendería cuan importante es su aporte para la vida.
Lo había entendido por fin luego de años de meditación en el mismo sitio, y se dispuso a esperar.
El cazador nocturno, acostumbrado a vivir en un mundo de oscuridad desde que nació, pudo reconocer el extraño monolito sobre la roca, cubierto de hielo. En el pasaje, que exploraba por primera vez, resaltaba extrañamente. Cuando se acercó y le dio un golpe con la punta de su hacha, pudo reconocer un par de lampiñas piernas cruzadas, tal como había visto en un par de ocasiones anteriores. Seres no evolucionados a los que el cambio de estación los sorprendió fuera de su cueva.
Lo empujó con el pié hasta derrumbarlo, se rascó su peludo torso y se sentó a comer un pedazo de raíz congelada, a la tenue luz de las lejanas estrellas.
cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.
*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.
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miércoles, 24 de marzo de 2010
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