La pequeña sala de espera del consultorio del conocido Doctor se sentía abarrotada, aunque solo cinco personas la ocuparan.
Yo sentado en una esquina, trataba de pasar desapercibido y que nadie me incluya en la conversación.
Estaba la señora que llegó apurada, santiguandose y agradeciendo a Dios su buena serte, al ver solo 2 personas antes que ella cuando llegó. Tambien su acompañante, otra señora bastante parecida, con quien conversaba a intervalos regulares sobre un par de gallinas que tendrían que comprar para vender algo en el mercado.
La conversación inició con el señor sentado a mi lado, sobre cuanto ha tenido que esperar hasta ser atendido, y derivó hacia la historia del mayorcito que tuvo que esperar su turno igual que todos los presentes, como en cualquier consultorio de Doctor que se respete, y cuando le tocó el turno, estaba muerto.
-Si, muerto, ataque al corazón creo fue- decía la señora, -¿Usté se enteró?- preguntaba a otro de los esperantes.
-Si, ami tambien me contaron- respondió el aludido.
- Ahí mismo, en ese puesto de la esquina.
Así empieza una leyenda urbana, supongo, pensé para mis adentros, cuando comprendí que en ese mismo puesto de la esquina al que se referían, me hallaba yo.
Un frio helado corrió por mi espalda por un segundo, y traté de tranquilizarme un poco antes de cambiarme de puesto, comentando con todos - A mi no me gusta estar cerca de esas cositas...- .
Nadie dio muestras de haberme escuchado, o de haberme visto.
Solo miraban el puesto.
Ahí fue cuando decidí seguir , como hasta ahora, en mi puesto, del consultorio del concurrido Doctor: esperando por mi turno.
Aunque nadie me vea, ni siquiera el famoso Doctor.
cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.
*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.
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miércoles, 17 de junio de 2009
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