cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.

*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.

martes, 3 de junio de 2008

espacio

Entró al habitáculo con un andar lento y pesado, y desabrochó los seguros y mangueras de su escafandra, para poder liberar la pantalla de protección visual.
Las mangueras sisearon débilmente cuando se desconectaron de la escafandra.
Al levantar la pantalla antirradiación, se apreció el bien cuidado rostro de la joven que manejaba el equipo.
Comenzó a desasegurar los guantes para mostrar sus bien cuidadas manos, con las uñas pintadas de un estridente rojo metálico.
El momento de liberar la pechera del pesado e incomodo traje, solo lo hizo con los broches superiores, para dejar ver únicamente el inicio de sus bien formados (y extremadamente caros) senos.
Ese momento se escuchó una voz entrecortada que le dijo -mas despacio por favor.
Entonces ella con un contoneo se dio la vuelta, en parte para liberarse de los broches de la parte inferior del traje, y en parte para no ver al desagradable ocupante de la cama del habitáculo de baja gravedad, que dibujaba una cada vez más babosa sonrisa mientras ella se despojaba el traje.
Cuando terminó de quitarse el traje, solo se quedó con las pesadas botas de planta de plomo, y un delicado bañador semitransparente, se lanzó a la cama de espaldas, y empezó a masturbarse lentamente, mientras el holograma del sudoroso observador, trataba de acariciarla.
Cerró los ojos y pasó los minutos restantes imaginando como pasaba las soleadas tardes, tirada en la desértica planicie, de la lejana Tierra, mientras su mano, mecánica y suavemente acababa con el trabajo.
Cuando se levantó, el holograma había desaparecido, y el su pantalla solo titilaba el valor normal de la tarifa.
-Este cerdo no dejó propina.
Salió del habitáculo arrastrando el pesado traje, en dirección al bar.
Esto de ser prostituta inter espacial no era para ella, pensó mientras otra parte de su cabeza deseaba que el próximo cliente, este si real, no sea un cerdo asqueroso como el último.
Cuando entró al bar, miró al siguiente en la fila. No era un cerdo asqueroso.
Era una gorda, sonriente... y bastante asquerosa.

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