cuentos para llegar, leer en un minuto y largarse... te queda la vida para pensar y crear el tuyo.

*todos los cuentos son originales del autor del blog, y tienen derechos de autor.

viernes, 29 de agosto de 2008

lamparita

A pesar de su corta edad, había algunas cosas que entendía muy bien, y conocía los términos exactos: oscurecimiento, desgaste, recambio. (palabras repetidas en varias ocasiones por su padre, refiriéndose a otras lamparitas).
Cuando avisó que su lamparita no se veía igual, su padre alzó la vista, y dijo:
- El oscurecimiento se ve como desgaste, aunque parece contaminación y creo que tenemos que buscar una de recambio.
El pequeño solo alcanzaba a apreciar una nube gris que cubría su antes azul brillante lamparita.
Su padre trajo otra, completamente nueva, flotando entre sus brillantes dedos, llegó bajo la lamparita gastada, levantó la mano y la apretó para cambiarla.
En la tierra el primer temblor de destrucción fue inexplicable. Para los que siguieron después, no hubo siquiera tiempo de pensar en explicaciones.
Ahora una nueva esfera, azul, brillante y llena de vida gira en la habitación celeste.
El niño la mira extasiado, y espera que esta vez no se contamine.
Por lo que ha entendido, los repuestos son caros y difíciles de conseguir.

..no hay paraíso (relatividad)

Aunque se esforzaba por disimularlo, nunca estuvo contenta con su apariencia. Su pecho casi plano tardó bastante en desarrollarse, y nunca tuvo el tamaño que ella deseaba.
Ella pudo financiarse una carrera bastante rentable, con el objetivo siempre en mente: un buen par de tetas.
Tenía un pequeño problema: terror a las operaciones.
Tenía ya el dinero, las ganas y todo lo que necesitaba, pero aun tenía el problema, terror a las operaciones.
Encontró en Internet el revolucionario método, para tener las proporciones exactas y perfectas: tenga los senos del tamaño exacto que su cuerpo necesita!! rezaba el anuncio, -Sin operaciones!! en un a sola sesión!!
Averiguó los datos y se fue.
Cuando abrió los ojos, recostada en la camilla, nada adolorida pero muy aturdida, torpemente levantó las manos hasta su pecho. Quedó impresionada gratamente, su mano casi no alcanzaba a cubrir su antes diminuto pecho.
Dibujó una gran sonrisa y se dispuso a bajar de la camilla y llamar a la enfermera que la recibió un par de horas antes.
La camilla era tan alta cuando había subido?
Todo parecía un poco más grande.
Se miró en el espejo y entendió todo... Ahora sus protuberancias eran tan grandes como había querido. Todo en su cuerpo era más pequeño.
Ellos cumplieron con su trato... y que hacía ella con su parte?
- No, sin metas no hay paraíso, pensó tontamente (aun aturdida por el tratamiento), mientras se vestía para salir a ese gigante mundo que la esperaba con los brazos abiertos.

pensamientos II

La primera vez que le pareció que algo raro ocurría, fue luego de un momento de enojo, su casera le había cortado el agua hasta que pague la renta atrasada.
Solo pensó, inconcientemente, como hacía muchas veces -Vieja puta...- mientras salía de su pequeño departamento, sucio y sin desayunar.
Se encontró con la casera, al cerrar la puerta, y ésta lo miró fijamente, y con toda la coquetería que sería capaz una mujer de más de cincuenta, le susurró - a ti te cobro solo $50.
Le tomó un día o dos darse cuenta de lo que estaba pasando.
Cada cosa que pensaba, inconcientemente, pero con muchas ganas, se iba haciendo realidad, casi de manera inmediata: el bus lo esperaba, el compañero pesado caía enfermo, el ruidoso perro del vecino era atropellado, la ex novia se moría inexplicablemente, el presidente explotaba en el avión, los días eran siempre de sol radiante, huracanes en esos agradables lugares donde no podía ir de vacaciones, guerra contra esos malditos gringos....
Ya no podía parar de pensar, y sus pensamientos inconcientes eran cada vez mas macabros, por mas que se esforzara, y fuera culpable o no, se sentía mal por todas las desgracias y catástrofes que pasaban en el mundo.
Ahora está sentado en medio de su habitación blanca y llena de muebles destrozados.
Se esfuerza por no pensar, tanto que a la mínima idea de un posible pensamiento, un delgado hilo de sudor le recorre la espalda. Piensa -No debo sudar- y el líquido desaparece inmediatamente. Se da cuenta que lo hizo otra vez, y lleno de pavor vuelve a sudar... y a pensar.. y a sudar...-no debo pensar-

La otra cara de la moneda, feliz con sus pensamientos, retoza en un campo lleno de flores.